Písac (en quechua: P’isaq) es un complejo arqueológico que está en el distrito homónimo de la provincia de Calca,1 está ubicado a 30 kilómetros de la ciudad de Cusco, en el Perú. El yacimiento arqueológico es uno de los más importantes y visitados del Valle Sagrado de los Incas. Se encuentra al este de la cordillera de Vilcabamba. Como era costumbre en la arquitectura inca, las ciudades fueron construidas sobre la base de trazos figurativos de animales. Písac arqueológico asume la forma de la perdiz de puna (Nohoprocta ornata branicti Taczanovski), como expresa su toponimia o denominación originaria.
Descripción
Písac ha sido designado como Parque Arqueológico mediante la Resolución Directoral Nacional N° 429-2002, abarcando una superficie de 9,063 hectáreas. Se divide en dos áreas distintas: la antigua, situada en las alturas, es un destacado sitio arqueológico incaico, mientras que la actual, en el valle, tiene su origen en la época colonial. Su plaza principal es un punto animado y pintoresco, repleto de diversos productos artesanales a la venta. Además, este pueblo es famoso por su observatorio astronómico.
La arquitectura de Písac también es mestiza construida sobre restos indígenas por el virrey Toledo. Aquí se puede asistir a una misa en quechua en medio de indígenas y varayocs o alcaldes regionales. Igualmente, se puede comprobar cómo los agrónomos incas resolvieron el problema de sembrar en las pendientes de los cerros.
Es una atracción turística por el sitio arqueológico incaico que forman parte junto con Ollantaytambo y Machu Picchu del circuito arqueológico del Cuzco, que lo hacen la mayor fuente de ingreso del pueblo, aparte de la agricultura de subsistencia.
Leyendas incas
En Písac, una ciudad impregnada de las legendarias historias incas, se destaca una particular leyenda que perdura en el tiempo. Cuenta la historia que el cacique Huayllapuma tenía una hija llamada Inquill. Se dice que el cacique prometió casar a su hija con aquel hombre capaz de construir, en una sola noche, el crucial puente sobre el río Willcamayu, hoy conocido como «Vilcanota» o «Urubamba», vital para la defensa del lugar. A pesar del desafiante reto, Asto Rímac, un gallardo príncipe, se dispuso a aceptarlo y a solicitar la mano de la princesa. Las autoridades locales facilitaron los preparativos para que Asto Rímac emprendiera la tarea, mientras la princesa debía ascender a una colina sin voltear, bajo la amenaza de convertirse en piedra junto a su prometido si lo hacía. Al despuntar el alba, el príncipe había completado la hazaña, pero Inquill, incapaz de contenerse, giró la cabeza y quedó petrificada desde entonces, como un testimonio eterno de la leyenda.